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domingo, 18 de octubre de 2015

Trabajando el grupo hacemos comunidad

Este año he comenzado de nuevo con los mayores del cole a dar clases de religión. Cuando hablo de nuestros mayores son peques de 3, 4 y 5 años.

Cuando hablo de la actividad que realicé con los pequeños alguno me pregunta ¿es eso clase de religión?. Yo creo que empezar por el tejado es absurdo, hay que trabajar los cimientos para que estos sean fuertes y sobre todo que en estas sesiones pueda despertar la ilusión y el interés de los niños. Que puedan conocerse y conocer a los demás porque eso les permitirá hacer grupo y ¿acaso no es eso uno de los fines de nuestra fe? El fin y el camino es la comunidad y ¿acaso no es este trabajo un punto de partida?

Estos días estamos trabajando el grupo y la necesidad de los pequeños de expresarse:
   - Dejarse guiar a través de la imaginación.
   - Iniciarse en la técnica de la visualización.
   - Iniciarse en la expresión corporal que manifiesta una vivencia.
   - Iniciarse en el descubrimiento de las posibilidades de su mundo interior.
   - Disfrutar de una situación compartida.

Así que esta semana jugamos a la pelota imaginaria. Se trata de un juego imaginario. Guiaremos a los niños para que jueguen con una pelota invisible. Es interesante realizarla en el patio si es posible, puesto que permite a los niños correr y moverse con más libertad, pero si se hace en el interior se puede adaptar de manera que no haya que desplazarse tanto.Situados todos de pie, se invita a los niños a escuchar con atención.

   “Vamos a jugar con una pelota invisible, una pelota que no podemos ver, pero sí podemos imaginar. Yo tengo aquí la mía (el profesor va abriendo las manos hasta darle volumen a una pelota que iremos rodeando y “redondeando” imaginariamente con las manos), es una pelota muy bonita de color rojo. Cada uno de vosotros puede coger su pelota y tocarla por todos los lados. ¿De qué color es la vuestra? Todas son muy bonitas.
   Ahora voy a botar la pelota con esta mano, voy a dar 3 botes y la vuelvo a coger. Y la boto con esta otra mano y la vuelvo a coger. Vosotros podéis hacer lo mismo con las vuestras. Y ahora me la pongo en la palma de la mano, con cuidado para que no se me caiga (movemos la mano como si intentáramos que la pelota no se cayera al suelo).
    La cojo con las dos manos otra vez y la voy a tirar hacia arriba, primero la tiro suavemente y la recojo, y luego la tiro con fuerza, agachándome para darle impulso y tirarla muy alto, muy muy arriba, y la espero para recogerla cuando vuelve a caer.”

Si nos encontramos en el patio, les invitamos a correr botando la pelota. Dejamos que los niños disfruten con la pelota y que lo pasen bien. Después de la actividad es importante intentar reflexionar en su medida lo que hemos hecho en la actividad.

Volvemos a recoger a los niños, y si es posible, les invitamos a tumbarse en el suelo, con los brazos y las piernas extendidos a lo largo del cuerpo. Todavía es difícil para ellos, hay niños que lo pueden hacer y los demás pueden intentarlo, aunque sea durante unos momentos. Les decimos que respiren profundamente aspirando el aire por la nariz y expulsándolo por la boca (lo hacemos para que ellos puedan imitarlo, cada uno como pueda). Y durante 2 minutos les invitamos a acordarse de la pelota, del color que tenía, de cómo subía y bajaba al tirarla, de cómo botaba…  a recordar cómo han estado jugando con ella.

Al terminar, se les invita a levantarse despacio y a dar un aplauso por lo bien que lo han pasado con la pelota invisible.